Hazme justicia y a mi clamor atiende; presta oído a mi súplica, pues mis labios no mienten.
Mis pies en tus caminos se mantuvieron firmes, no tembló mi pisada. A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme y escucha mis palabras.
Protégeme como a las niñas de tus ojos, bajo la sombra de tus alas escóndeme, pues yo, por serte fiel, contemplaré tu rostro y al despertarme, espero saciarme de tu vista.
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